La metáfora tiene una antigua y larga historia, más de dos milenios nos separan del tratado aristotélico La Poética, en el que el Estaragita dio la primera definición de esta figura que duró vigente durante siglos. La historia de La Poética es semejante a muchas otras obras del gran filósofo griego. Se sabe que Aristóteles compuso dos tipos de obras, unas que han sido llamadas exotéricas, destinadas a los profanos, a la gente exterior al Liceo. Las otras eran destinadas exclusivamente a los discípulos directos del maestro. Se trata de las obras esotéricas o acroaméticas, La Poética es una de ellas.
En la antigüedad se decía que las clases de la mañana estaban destinadas a la enseñanza esotérica y por las tardes a la exotérica. Se sabe que Aritóteles publicó únicamente las obras de los cursos vespertinos; las otras, según cuenta la tradición, las heredó su discípulo Teofrastes luego de la muerte del maestro. Se ha escrito que el discípulo respetuoso del carácter secreto de los manuscritos heredados y temeroso que alguien pudiera apropiarse de ellos los ocultó en un sótano y no los publicó. Solamente al inicio del I siglo a. de C. (tal vez a finales del siglo II a. de C.) fueron exhumados y publicados.
La Poética forma parte de ellos. El Estaragita nunca le dio forma definitiva a este escrito y lo que nos ha llegado es totalmente parcial y tiene el aspecto general de inacabado: frases truncadas, grandes enumeraciones, frases nominales, elípticas, etc. Simplemente lo más probable es que se trate de notas que usaba el filósofo en sus conversaciones con sus discípulos y que completaba y formulaba con mayor coherencia durante ellas. En el catálogo que nos comunica Diógenes Laercio de las obras de Aristóteles figura La Poética y habla de dos tomos. Esto puede explicar muchas cosas de las aparentes incongruencias que muchos le achacan a la obra aristotélica.
No me propongo aquí, ni siquiera de manera resumida, dar una historia de la metáfora. Simplemente quiero evocar algunos aspectos derivados de la definición y los aportes que algunos estudiosos han hecho para elucidar el mecanismo metafórico.
No obstante, aun sin esbozar la historia del concepto, me parece normal iniciar con lo que Aristóteles nos dice en su Poética y traer algunos comentarios.
Para ahorrar la fastidiosa búsqueda en el libro, copio aquí directamente la definición aristotélica:
“La metáfora consiste en dar a un objeto un nombre que pertenece a algún otro; la transferencia puede ser del género a la especie, de la especie al género, o de una especie a otra, o puede ser un problema de analogía. Como ejemplo de transferencia del género a la especie digo: Aquí yace mi barco, pues yacer en el ancla es la permanencia de una clase de cosa. Transferencia de la especie al género la tenemos en: Ulises ha realizado ciertamente diez mil nobles hazañas, pues diez mil, que es un número muy grande, se usa aquí en lugar de la palabra muchas. La transferencia de una especie a otra se ve en: “Tronchando la vida con el bronce” o ”Separando con el inflexible bronce”; aquí se usa “quitar en el sentido de separar y separar en lugar de quitar y ambas palabras significan “arrebatar o eliminar algo” .
“Explico la metáfora por analogía como lo que puede acontecer cuando de cuatro cosas la segunda permanece en la misma relación respecto a la primera como la cuarta a la tercera; entonces se puede hablar de la cuarta en lugar de la segunda, y de la segunda en vez de la cuarta. Y a veces es posible agregar a la metáfora una calificación adecuada al término que ha sido reemplazado. Así, por ejemplo, una copa se halla en relación a Dionisio como un escudo respecto a Ares, y se puede, en consecuencia, llamar a la copa escudo de Dionisio y al escudo copa de Ares. O también, la vejez es a la vida como la tarde al día, y así designar a la tarde como la vejez del día, según el equivalente de Empédocles, es decir, la vejez es la tarde o la puesta del sol de la vida. En algunos casos no hay nombre para algunos de los términos de la analogía, pero la metáfora puede usarse de igual modo. Por ejemplo, arrojar la semilla se llama sembrar, pero no hay palabra para el despliegue solar de sus rayos; sin embargo, este acto permanece en la misma relación ante la luz del sol que la siembra frente al cereal, y de aquí la expresión del poeta ”sembrando alrededor la llama creada por dios”. Existe también otra forma de emplear metáforas. Si se ha dado a la cosa un nombre extraño, se puede mediante una adición negativa negarle uno de los atributos naturalmente asociados con su nuevo nombre. Un ejemplo de esto sería llamar al escudo no la “copa de Ares”, como en el caso anterior, sino una copa ”que no contiene vino...”.
Dejo esto aquí, en la próxima entrega voy a traer dos o tres comentarios diferentes.
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