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domingo, 31 de marzo de 2013

Saussure, por dónde empezar


Voy a copiar en francés la primera nota de Ferdinand de Saussure que fue publicada en el libro “Ecrits de linguistique générale” en nrf Editions Gallimard, París, 2002. Los editores son Simon Bouquet y Rudolf Engler. Sigue la traducción y un comentario. Esta primera nota lleva por título “Prefacio”:

1 Préface


 Il paraît impossible en fait de donner une prééminence à telle ou telle vérité de la linguistique, de manière à en faire le point de départ central : mais il y a cinq ou six vérités fondamentales qui sont tellement liées entre elles qu’on peut partir indifféremment de l’une ou de l’autre et qu’on arrivera logiquement à toutes les autres et a toute l’infime ramification des mêmes conséquences en partant de l’une quelconque d’entre elles.

            Par exemple, on peut se contenter uniquement de cette donnée :

            Il est faux (et impraticable) d’opposer la forme et le sens. Ce qui est juste en revanche c’est d’opposer la figure vocale d’une part, et la forme-sens de l’autre.

            En effet, quiconque poursuit rigoureusement cette idée arrive mathématiquement aux mêmes résultats que celui qui partira d’un principe en apparence très distant, par exemple :


            Il y a lieu de distinguer dans la langue les phénomènes internes ou de conscience et les phénomènes externes, directement saisissables.

 Doy esta versión provisoria de la primera nota manuscrita del lingüista ginebrino:

1 Prefacio

            “Parece imposible de hecho dar una preeminencia a tal o cual verdad de la lingüística, de manera que podamos hacer de ella el punto de partida central; pero hay cinco o seis verdades fundamentales que están ligadas entre sí, de tal manera que uno puede partir indiferentemente de una o de otra y se llegará lógicamente a todas las otras y a toda la ínfima ramificación de las mismas consecuencias partiendo de cualquiera de ellas.

            Por ejemplo, uno se puede limitar únicamente a este dato:

            Es falso (e impracticable) oponer la forma y el sentido. Al contrario lo que es justo oponer es la figura vocal de una parte y la forma-sentido de la otra.

            Efectivamente, si alguien persigue rigurosamente esta idea llega matemáticamente a los mismos resultados que aquel que parta de un principio en apariencia muy distante, por ejemplo:

            Cabe distinguir en una lengua los fenómenos internos o de conciencia y los fenómenos externos, directamente aprehensibles”.


Es imposible no darse cuenta que desde el momento en que esta nota fue escrita y el momento actual, los cambios terminológicos han sido drásticos. Esto paradójicamente ha sido el resultado del desarrollo de la misma lingüística saussureana. Por otro lado, muchos criticaron a los “editores” del “Curso de lingüística general”, Charles Bally y Albert Sechehaye, el punto de partida que adoptaron, no obstante esta primera nota demuestra que ellos fueron fieles al maestro ginebrino, pues en realidad el “Curso” propiamente dicho, la exposición de la nueva teoría realmente se inicia en el capítulo III, los dos primeros son generalidades preliminares que bien se pueden poner allí u omitirlas. Pero la exposiciónreal la inician justamente a partir de un principio o una de las “verdades fundamentales” de las que nos habla de Saussure en esta nota, verbi et gratia, la dualidad del objeto o si se prefiere el carácter dual del objeto de la lingüística. 

Me llaman la atención dos adverbios usados por de Saussure en este “Prefacio”, “lógicamente” y “matemáticamente”, pero no me sorprendieron, ambos se refieren a los efectos inexorables o necesarios que se desprenden de iniciar la exposición por una de esas “verdades fundamentales”. Ahora tal vez algunos dijeran “automáticamente”. En todo caso de lo que se trata es de un movimiento interior, propio del objeto mismo. Este arranque condiciona el resto de la exposición, cada paso prepara el siguiente y lo presupone. Si este inicio nos conduce lógicamentematemáticamente a los mismos efectos, a “las mismas consecuencias”, significa que este punto de partida de la exposición no es arbitrario, sino que necesario. Pues cuando se llega a examinar a partir de qué punto hay que iniciar la exposición de una ciencia, de una investigación, también esto significa que la investigación propiamente dicha ya está concluida y la tarea que se presenta no es la descripción de cada paso de la búsqueda, sino que la presentación de los resultados.

Saber por dónde es necesario iniciar la exposición significa haber despejado de la montaña de datos y materiales examinados, cuál es el hilo conductor del raciocinio llevado adelante y cuál es el movimiento mismo y propio de la materia estudiada. Muchos critican a los “editores” del “Curso” de no dejar aparecer las dudas y las vacilaciones del maestro ginebrino. Piensan que hubiese sido interesante, importante dejar aparecer en el “Curso” el momento de búsqueda, que no todo estaba acabado en la mente de Saussure.

Aquí tenemos un problema realmente filológico y lógico también. El primero se trata de averiguar: ¿si los materiales encontrados posteriormente, los que no estuvieron en las manos de Charles Bally y de Albert Sechehaye, desmienten las “verdades fundamentales” que aparecen en lo que muchos llaman la vulgata? ¿Si lo nuevo contradice los postulados en los que se basa el desarrollo de la exposición del “Curso” o si solo nos dan una apreciación del camino investigativo que está recorriendo Saussure durante esos años? Por el momento no aparece que lo nuevo venga a desmentir o contradecir fundamentalmente lo expuesto en el manual. Es posible que algunos aspectos se puedan ahora formular de otra manera. En realidad muchas cosas dichas en el “Curso” se han ido matizando, se han ido refinando y profundizando en el desarrollo de la lingüística saussureana.

Los editores de los “Ecrits de linguistique générale” (“Escritos de lingüística general”) nos dicen en su prefacio (pág. 9) que “su carácter menos categórico testimonia una observación como esta: “La dificultad que uno experimenta en anotar lo que es general en la lengua, en los signos de habla que constituyen el lenguaje, es el sentimiento que estos signos pertenecen a una ciencia mucho más vasta que no lo es la “ciencia del lenguaje.” O aun esto, de manera más radical: “Si hay realidades psicológicas, y si hay realidades fonológicas, ninguna de las dos series separadas no sería capaz de dar un instante nacimiento al menor hecho lingüístico. — Para que haya hecho lingüístico, es necesario la unión de las dos series, pero una unión de un género particular — del cual sería absolutamente vano de explorar en un solo instante los caracteres o decir de antemano en qué consistirá”. Las partes entrecomilladas de esta cita pertenecen a Saussure y vienen en las páginas 265 y 103 respectivamente de estos “Escritos”.

Sabemos tanto del “Curso” como por los mismos “Escritos” que Saussure pensaba en una ciencia general de los signos y de la que la lingüística formaría parte. No veo en que esto es menos categórico o en qué es más categórico el “Curso”. Pero incluso lo que ahora nosotros llamamos signos no corresponden a lo que Saussure llama aquí, en este pasaje, “signos”. Y justamente el segundo pasaje citado trae justamente una de esas “verdades fundamentales” de las que se puede partir para exponer la ciencia del lenguaje. Es decir, eso que cabe distinguir y que obligatoriamente no se pueden separar, que únicamente unidas constituyen un hecho lingüístico. Esto está retomado tal cual en el “Curso”. Incluso está retomado en sus vacilaciones terminológicas. Este es uno de los “defectos” más señalados con mayor recurrencia y tal vez con mayor justificación a los “editores” del manual.

Todo el curso, todos las discusiones posteriores alrededor del signo lingüístico giran precisamente en torno a esa “unión de género particular”, de su carácter. Esta unión de género particular es también la que caracteriza a esta otra “lengua y habla” y que proviene justamente o si se prefiere se engendra a partir de la unión estrecha, indisoluble del significante y del significado. Desentrañada la verdadera naturaleza de esa unión sui generis permite justamente evitar caer en una “filosofía del lenguaje”, a estas alturas, inútil y sin ningún interés. Que muchas cosas, en sus reflexiones, le parecieran a Saussure pertenecer aún a una filosofía del lenguaje no cabe duda. Pero su inquietud era precisamente fundar la ciencia del lenguaje.

Por otro lado, no creo justamente que se pueda lógicamente exponer la ciencia del lenguaje a partir de cualquier “verdad fundamental”. Hay una “verdad fundamental” que las contiene todas y a partir de la cual se pueden deducir “matemáticamente” las otras, esta verdad es la más abstracta y la más sencilla. Se trata del signo lingüístico, de la unión del significante y del significado. A partir de aquí podemos incluso llegar hasta los fundamentos de la ciencia general de los signos y señales, la semiología.   

 
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