de acurrucarme a la orrilla de esta tarde
para sentir en mi piel
que no cabe en mi estrecho esqueleto
la orfandad
de mis atisbos.
Porque te busco
en el roce que necesita mi hombro
para sentirme entero.
Esta tarde es una tarde cualquiera
en que la ausencia
es lo más humano que tengo.
No me importan las palomas
ni los perros callejeros,
no me consuela
que los días se acaban
como los caminos en el ocaso.
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