El día se asomó alegre,
de sol,
de trinos,
de cielo despejado,
de suave brisa
acariciadora,
para colmar su alegría
busqué para embriagarme
tu perfume,
surgió exacta
tu erizada piel
entre mis manos.
¡Tremendo delirio
del tacto y del olfato!
Sólo mi sangre
puede invocarte entera,
sólo mi sangre en el fuego
de la espera
se arrastra lenta
en las venas,
sintiendo el abierto
collar de tus brazos
acogedores.
Tu presencia, aquí,
en mi cuerpo, es sangre.
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