¿Siempre será así? Que la calma presagia tormenta, que el pesado silencio engendra las rugosas palabras de la despedida. Antes, cuando las despedidas eran en muelles, me han contado que hubo vendedores de pañuelos para novias o novios distraídos. Recuerdo todas las palabras que callé y recuerdo también los pañuelos en mi bolsillo. Nunca me despedí en un muelle, ni tampoco vi alejarse las velas del infortunio.
Cuando llega el momento de la ruptura, del desgarramiento ya el recuento sabe de ese último gesto que quiere repararlo todo. El último beso, la última caricia y el último roce, “tal vez, tal vez”, dice el cuerpo entero. En vano, ya todo es en vano, la sonrisa es la astuta máscara de la compasión y de la lástima.
¿Pero la tormenta realmente aguarda a que el silencio haya puesto todos sus huevos de rencor? ¿Será cierto que el amor es una jarra que se quiebra y que siempre quedan feas las grietas de los pedazos juntados? La jarra con el correr del tiempo cobra el valor del recuerdo. El amor resquebrajado es una llaga larga que nunca se acaba.
-¡Todo se acabó!
-¡No, no es cierto!
La sentencia no tiene en este caso ninguna apelación. Siempre es una sentencia de muerte, aunque sea lenta, aunque tarde, aunque nunca llegue totalmente, hay algo que ya no es. Si es eso. Algo que ya no es, que se ha quedado en el silencio, que no supo prenderse de las últimas palabras, que de haber sido dichas... ¡Todo se acabó! Aún no me lo has dicho.
Mucho mejor que Burundanga, allí en realidad... cada loco con su tema. Muy linda la entrada, hay muchas maneras de expresar ese desgarramiento por una partida, vos lo has hecho de manera hermosa.
ResponderEliminarEstimada Sofía, por supuesto que cada loco con su tema... Uno, que en aquellos años, aprendió a sacudir el esqueleto con esta música, pues le trae recuerdos.
ResponderEliminarTe agradezco tu comentario. Me agrada mucho que te guste mi texto.
Hasta pronto, entonces.
Carlos.
Se ha perdido Carlos Abrego... si saben algo de el, informar a los lectores de su blog.
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