viernes, 27 de junio de 2008
lunes, 16 de junio de 2008
La noche se estrecha...
La noche se estrecha como un embudo
en el que vierten sombras disfrazadas de silencio.
Hay una nube que se estira en un largo bostezo
y las horas, mi amor, las horas
se han puesto a esperar la luna nueva.
Un grillo se debate con un cortejo de hormigas
que lo alza triunfal
sin importarle su sangrante llanto.
Los perros se asoman por las esquinas, disimulan el espanto
que les causa un corazón sin techo que navega solitario
en las primeras olas del insomnio.
Los pájaros tiemblan de frío olvidados en sus nidos
por las pesadillas que se arrastran devorando la savia de las raíces.
En las calles todavía se siente el retenido aliento
de la muchedumbre que durante el día calla y pasa.
Las cunetas albergan un tráfico de tropiezos
que pone en suspenso
la aguerrida cuatela de las ratas.
La noche es un mundo aparte.
Las sirenas huyen.
Y el mismo corazón se trepa hasta el último suspiro
sabiendo que sólo encontrará guantes de cal y máscaras derretidas.
Porque la noche se encoge para pasar la estrecha puerta del olvido.
No cabe resistir.
Existen fuerzas implacables que trituran
el recuerdo
de la luna
entre las nubes o bailando despedazada con las ranas en un charco.
Amor,
¿se te ocurre algún remedio?
Algún paso que guarde el acento de la dicha.
Un gesto.
Algo, amor mío, que aquiete las sombras en los blancos muros
donde las mariposas buscan alfileres
que las fijen,
porque el vuelo, ¡ay, amor!
el vuelo se resiste a que lo aplasten
para abrirle el camino al crujido,
al chirrido,
a todos los lamentos,
al llanto de las ilusiones que no encontraron cuna.
La noche no tiene traje de novia.
Es un inmenso desván donde se amontonan
las petrificadas lágrimas del desconsuelo,
las muecas del espanto
y los diminutos cadáveres de besos abortados.
Hay un enmarañamiento de rencores aplazados
que exige el nocturno reparto de sombras
y la noche se encoge
a cada instante para que el arrepentimiento
busque los barcos solitarios que trasportan
fantasmas de naufragios y muertes prematuras.
Por eso, amor, la luna aguarda escondida
que la noche salga al campo abierto,
a los claros de los bosques
y abandone los corrales donde los gallos
recuerdan con temor que es necesario que canten
al amanecer.
Por eso, amor mío, urjo
la presencia del fuego negro de tus ojos
y que tus manos abiertas siembren en mi cuerpo
encendidos alacranes.
Por eso, amor mío, la noche es ancha
cuando al cabo del desvelo
descubro que las hadas son exquisitas bailarinas.
15/16 de junio de 2008.
en el que vierten sombras disfrazadas de silencio.
Hay una nube que se estira en un largo bostezo
y las horas, mi amor, las horas
se han puesto a esperar la luna nueva.
Un grillo se debate con un cortejo de hormigas
que lo alza triunfal
sin importarle su sangrante llanto.
Los perros se asoman por las esquinas, disimulan el espanto
que les causa un corazón sin techo que navega solitario
en las primeras olas del insomnio.
Los pájaros tiemblan de frío olvidados en sus nidos
por las pesadillas que se arrastran devorando la savia de las raíces.
En las calles todavía se siente el retenido aliento
de la muchedumbre que durante el día calla y pasa.
Las cunetas albergan un tráfico de tropiezos
que pone en suspenso
la aguerrida cuatela de las ratas.
La noche es un mundo aparte.
Las sirenas huyen.
Y el mismo corazón se trepa hasta el último suspiro
sabiendo que sólo encontrará guantes de cal y máscaras derretidas.
Porque la noche se encoge para pasar la estrecha puerta del olvido.
No cabe resistir.
Existen fuerzas implacables que trituran
el recuerdo
de la luna
entre las nubes o bailando despedazada con las ranas en un charco.
Amor,
¿se te ocurre algún remedio?
Algún paso que guarde el acento de la dicha.
Un gesto.
Algo, amor mío, que aquiete las sombras en los blancos muros
donde las mariposas buscan alfileres
que las fijen,
porque el vuelo, ¡ay, amor!
el vuelo se resiste a que lo aplasten
para abrirle el camino al crujido,
al chirrido,
a todos los lamentos,
al llanto de las ilusiones que no encontraron cuna.
La noche no tiene traje de novia.
Es un inmenso desván donde se amontonan
las petrificadas lágrimas del desconsuelo,
las muecas del espanto
y los diminutos cadáveres de besos abortados.
Hay un enmarañamiento de rencores aplazados
que exige el nocturno reparto de sombras
y la noche se encoge
a cada instante para que el arrepentimiento
busque los barcos solitarios que trasportan
fantasmas de naufragios y muertes prematuras.
Por eso, amor, la luna aguarda escondida
que la noche salga al campo abierto,
a los claros de los bosques
y abandone los corrales donde los gallos
recuerdan con temor que es necesario que canten
al amanecer.
Por eso, amor mío, urjo
la presencia del fuego negro de tus ojos
y que tus manos abiertas siembren en mi cuerpo
encendidos alacranes.
Por eso, amor mío, la noche es ancha
cuando al cabo del desvelo
descubro que las hadas son exquisitas bailarinas.
15/16 de junio de 2008.
domingo, 15 de junio de 2008
viernes, 13 de junio de 2008
A tientas
¿Cómo? A tientas, porque la luz
me ha obnubilado y tengo
que atravesar los días
como si fueran un largo túnel.
Ir por las calles
y toparme con hombros, pechos,
hasta rodillas contra rodillas,
sin buscar rumbo,
sin intentar un gesto,
una sonrisa,
como si la clave
estuviera guardada en el silencio.
No tengo todavía una esquina,
ni poste donde reclinarme
para dejar que pasen
ojos que no me miran,
bocas que no buscan mis besos
y brazos que no logran acogerme.
Aún no tengo esa esquina
donde de repente
tu mano en mi hombro me despierte
y tus ojos
me abran el paso hacia los sueňos.
II
La ausencia
se disfraza en el tiempo
que se nos escapa,
que no te alcanza
para atender todas las caricias de la vida
y que a veces
te aleja de todas las esquinas
de mi locura.
Voy a tientas,
palpando las sombras,
porque se me antoja
que todos los colores
se congregan en mis manos
para que puras entren en tu cuerpo
por tu cintura
y solo entonces tus manos
me llevarán
hasta el rincón
donde la soledad no nos aguarda.
Nuestro encuentro tendrá la forma
de dos lunas que se buscan,
una alta,
la otra temblando entre las olas.
III
Sí, a tientas,
como si quisiera encontrar el punto
por donde fluye
a torrentes
el infinito dolor de tu ausencia.
Aunque sepa exactamente
que la hojarasca que remeda
fronteras del tiempo,
me ha dejado a octubre
como una línea en mi vida,
en que tu paso por mi existencia
me obligó a anhelar torrentes
de luz
que brotan de tu ojos.
Soy un jardín sediento
que espera ser regado
por la miel que brota de tus labios,
quiero beber tu voz
y camino por las calles, a tientas,
siempre hacia nuestro encuentro.
29 de Mayo de 2008
me ha obnubilado y tengo
que atravesar los días
como si fueran un largo túnel.
Ir por las calles
y toparme con hombros, pechos,
hasta rodillas contra rodillas,
sin buscar rumbo,
sin intentar un gesto,
una sonrisa,
como si la clave
estuviera guardada en el silencio.
No tengo todavía una esquina,
ni poste donde reclinarme
para dejar que pasen
ojos que no me miran,
bocas que no buscan mis besos
y brazos que no logran acogerme.
Aún no tengo esa esquina
donde de repente
tu mano en mi hombro me despierte
y tus ojos
me abran el paso hacia los sueňos.
II
La ausencia
se disfraza en el tiempo
que se nos escapa,
que no te alcanza
para atender todas las caricias de la vida
y que a veces
te aleja de todas las esquinas
de mi locura.
Voy a tientas,
palpando las sombras,
porque se me antoja
que todos los colores
se congregan en mis manos
para que puras entren en tu cuerpo
por tu cintura
y solo entonces tus manos
me llevarán
hasta el rincón
donde la soledad no nos aguarda.
Nuestro encuentro tendrá la forma
de dos lunas que se buscan,
una alta,
la otra temblando entre las olas.
III
Sí, a tientas,
como si quisiera encontrar el punto
por donde fluye
a torrentes
el infinito dolor de tu ausencia.
Aunque sepa exactamente
que la hojarasca que remeda
fronteras del tiempo,
me ha dejado a octubre
como una línea en mi vida,
en que tu paso por mi existencia
me obligó a anhelar torrentes
de luz
que brotan de tu ojos.
Soy un jardín sediento
que espera ser regado
por la miel que brota de tus labios,
quiero beber tu voz
y camino por las calles, a tientas,
siempre hacia nuestro encuentro.
29 de Mayo de 2008
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