En vísperas de Navidad,
durante mi estadía en casa de mi hija, tuve un sueño muy extraño.
Estaba en un recinto amplio y bien iluminado, en una tarima situada
en un extremo del lugar, había una mujer bastante elegante, de unos
cuarenta años, estaba poniendo orden en una serie de revistas
dedicadas a mujeres de todo el mundo, muchas escritoras y poetas.
Daba la impresión que ella tenía que ver con la selección de los
artículos y del personaje principal de la revista. Le propuse que le
dedicara un númer a Claribel Alegria, una poeta salvadoreña.
Siempre la he considerado una paisana, incluso en los sueños. La
mujer que ordenaba las revistas, se mostró interesada, pero en algo
adiviné que lo hacía por simple amabilidad, que no sabía quién
era Claribel, le resumí lo que sabía y sacó una libretita y anotó
algo.
En ese momento entró al
recinto una excolega de la Biblioteca Municipal de Sarcelles, que
solía atribuirse funciones que no tenía, aunque era una de las más
antiguas en el lugar. En todo caso, en el sueño atravesó parte de la
gran sala (que no coincidía con nuestra biblioteca local), se me
acercó y con un tono bastante autoritario y culpabilizador me dijo:
—¡Carlos!
¡Se le ha olvidado que tenemos reunión!
Me le
quedé viendo sorprendido y le respondí:
—Voy
a ir más tarde.
Ella
siguió de largo y desapareció. En ese momento me veo frente a frente con un
actor francés, famosísimo en la primera mitad del siglo XX y muy
recordado hasta ahora, Louis Jouvet. Trae en sus manos cuatro
libretas de apuntes que reconozco, son mías. Jouvet levantó la mano
blandiendo las libretas y se exclamó:
—¿Qué
es esto? Es una vergüenza, un puro desorden. Esto merece presentarlo
al Consejo Constitucional...
Al oír
semejante imprecación me espanté y me desperté.
No
suelo buscar significados a los sueños, no obstante anoto al
despertar aquellos que me impresionan por la extravagancia de las
escenas. Este es uno de ellos. Retrospectivamente me doy cuenta que
este sueño lo tuve unas semanas antes del fallecimiento de nuestra
poeta. Por mera casualidad veo su nombre casi todos los días, al
levantarme y salir del dormitorio. En uno de los estantes tengo entre
otros su libro “Cenizas de Izalco”.
La
excolega y Louis Jouvet no sé que vinieron a hacer en mis sueños,
ni por qué.Por otro lado no veo que puedan tener que ver mis libretas con esa institución francesa.