Tengo enfrente una entrevista que ha dado Rafael Lara Martínez a Carlos
Chávez y publicada en La Prensa Gráfica el 15 de septiembre de 2013, para
consultarla hagan clic aquí.
Al entrevistado lo conocí en París, hablé con él dos o tres veces, una de
nuestras conversaciones fue larga, en la que pude constatar, que aunque se me
presentó como lingüista, sus conocimientos eran rudimentarios o nulos. Traté,
cuestionándolo, de enterarme a qué corriente pertenecía, pero no supo dar pie
con bola. Insistí quien sabe por qué y terminó enfadado diciéndome que yo era
teórico y que él era práctico. Lo que no dejó de provocarme risa franca y a
carcajadas. No fuimos amigos, pero tampoco enemigos. Tuvimos luego otra
conversación que terminó casi igual, pues le pregunté a él y a otro amigo su
opinión sobre la frase que se le atribuye a Engels de que “el trabajo hizo al
hombre”. Ambos me respondieron que era cierta y exacta. Traté de decirles que
esa frase no era exacta y no era verdadera y que además no era de Engels. Pero
no pude, pues después de que Rafael me dijo, “a vos te gusta complicar siempre
las cosas”, decidí muy diplomáticamente cambiar de tema. Cuento esto sólo para
que no haya malentendidos. No soy ni amigo, ni enemigo de Rafael Lara Martínez.
Paso a la entretenidísima entrevista, empieza mal, con un error de
gramática elemental. No sé si le es atribuible a Lara Martínez o si el
entrevistador fue el de la pifia. Aunque Carlos Chávez advierte que la
entrevista se hizo por correo electrónico. Las respuestas fueron escritas, el
error pertenece con mucha probabilidad al entrevistado. Rafael Lara Martínez
dice: “Yo no hago lingüística, aunque lo estudié”. Me salta a la vista, ese inverosímil “lo”,
pronombre masculino para un substantivo femenino. Espero solo que esta riña con
el género sea explicable por lo que tenía en mente. El final de la respuesta es
de otro calibre, no se trata de un error, sino que de una estupenda tontería,
¿cómo una persona se atreve a afirmar que “muy poca gente conoce esa palabra”?
Se refiere a hermenéutica. Me resulta muy pedantona esa afirmación, un tantito
insultante también para nuestra inteligencia.
Pero antes de llegar al tema de su hermenéutica, de su lectura de textos,
voy a referirme a algo que por absurdo habla de la poca seriedad de Rafael Lara
Martínez, de la poca consistencia de lo que afirma. Cito de nuevo: “Fíjese,
¿quién es el poderoso? ¡Es el soberano! Eso viene del latín: el soberano,
sober-ano: el que está sobre el ano. ¿Quién es el sometido entonces? El culero”. En
la Sorbona no le enseñaron a producir semejantes bestialidades. A esto los
lingüistas le llaman “etimología popular o vulgar”. El adjetivo “soperanus” es
del bajo medioevo, que viene a suplantar a “superus ” y cuya significación
primera nada tiene que ver con el dominio de nadie, sino que significa “lo que
es alto, extremado y singular”. El Diccionario de Autoridades de 1739 nos da
este ejemplo: “Mira la nobleza, y antigüedad
de su casa… la altitud, y inefable gracia, la soberana hermosura” (Calisto y Melibea). Pues “ano” en soberano
es simplemente un sufijo y nada tiene que ver con el orificio anal. Es el mismo
sufijo que encontramos en palabras como lejano, zutano, artesano, etc. Para
alguien que se asume como soberano maestro, que nos explica el significado de
hermenéutica que pocos conocen, venirnos con semejantes tonterías que liga a la
concepción de poder en la antigua Roma y a la potestad que tenían los amos
sobre sus esclavos es cometer anacronismos infantiles.
Es apenas en el siglo XVI que las palabras soberano y soberanía comienzan a
conceptualizarse y poco a poco el significado actual se va a ir convirtiendo en
el principal. Esta significación pasa a ser la primera apenas en el Diccionario
académico de 1884, los diccionarios tardan en acoger los nuevos significados,
pero podemos suponer que ya era corriente en el siglo XVII. Pero de allí
edificar sobre la base de una falsa etimología toda una teoría antropológica y
construir hipótesis sobre la mentalidad del salvadoreño me resulta torpe,
abusivo y muestra de mucha ignorancia de la ciencia de la que se declara
practicante.
La “lectura” que hace Rafael Lara Martínez de las frases de Ambrogi y de
Lindo son sintomáticas y lo que afirma de las pinturas de José Mejía Vides es un
proceso de intención. Lara Martínez en
su anhelo denunciatorio de la violencia machista de los salvadoreños se va por
una senda muy estrecha. En esto afirma cosas justas, como que las mentalidades
evolucionan lentamente, que la dominación masculina sobre la sociedad pesa en
las relaciones entre las personas. Todo eso es cierto. No obstante querer darle
como centro a esa violencia el carácter sexuado de los seres humanos es una
aberración, pues este carácter sexuado es permanente, podríamos decir que se
trata de una invariable universal. Sin embargo las relaciones entre hombres y
mujeres se rigen por instituciones histórico-sociales que van cambiando en el
curso del tiempo. Estas instituciones son algunas estatales, otras son
societales y distintas —incluso dentro de la misma sociedad, en la misma época—
en los diferentes estratos o clases sociales.
Lara Martínez tal vez no ignora esto, no obstante en su lectura y opiniones
se erige en juez y no en científico. Para ser exacto se erige en inquisidor. El
autor es identificado al personaje, como lo hacía la Inquisición y los
tribunales totalitarios del siglo pasado. La frase que cita de Lindo es patente
que allí resulta una protesta contra el estado de cosas mismas que describe: “Que
todo pasare entre luchas y jadeos, sin palabras, en esa forma violenta de
copular en que deben ocurrir las cosas, donde los hombres que no asaltan
brutalmente a una mujer son afeminados”. Pero esta frase se puede aplicar a la
cinematografía del siglo pasado e incluso presente hasta ahora. Abundan las
escenas en las películas en que las mujeres ceden a la brutalidad masculina y
que sucumben incluso enamoradas a esa bestialidad. ¿Cuántas mujeres ceden sus
cuerpos sin tribulaciones a un par de bofetadas en las películas estadounidenses,
europeas, mexicanas, etc.? Esto es así. Y lo dice el poeta Lindo en su frase
como un mal que reina como un soberano en la sociedad.
Lo que dice Lara Martínez de las pinturas de José Mejía Vides y su acusación
de racismo es meramente ridículo. El desnudo femenino es antiguo, es un género.
En Grecia y Roma cohabitan el desnudo femenino y masculino, de alguna manera subsiste
en la pintura sacra medieval y vuelve a aparecer en el Renacimiento. Pero el
desnudo masculino se vuelve esporádico, menos corriente. Pero para Lara
Martínez pintar un desnudo en el que la mujer es una india es ser racista.
Entonces hay que sacar a lo indígena como tema nuestro en el arte, en cualquier
arte. Adjudicarle al pintor José Mejía Vides intenciones racistas por sus
desnudos con modelos indígenas es simplemente inquisitorial.
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