Fetichismo.
Cómo se puede describir el fetichismo. Un organismo colectivo está constituido por individuos que lo forman en cuanto se dan y aceptan activamente una jerarquía y una dirección determinada. Si cada uno de los componentes concibe al organismo colectivo como una entidad extraña a sí mismo, es evidente que este organismo no existe más de hecho, sino que se transforma en un fantasma del intelecto, en un fetiche. Hay que estudiar si este modo de pensar, muy difundido, no es un residuo de la trascendencia católica y de los viejos regímenes paternalistas y se aplica comúnmente a una serie de organismos como el Estado, la Nación, los partidos políticos, etc. Es natural que suceda en la Iglesia, ya que, al menos en Italia, el trabajo secular del Centro vaticano, para liquidar toda traza de democracia interna y de intervención de los fieles en la actividad religiosa, ha sido plenamente logrado y se transformó en una segunda naturaleza de los fieles, aunque haya determinado precisamente esa forma especial de catolicismo que es propia del pueblo italiano.
Lo sorprendente y característico, es el hecho de que este tipo de fetichismo se reproduzca en la consideración de los organismos "voluntarios", no "públicos" o estatales, como los partidos y sindicatos. Se es inducido a concebir las relaciones entre el individuo y el organismo como un dualismo, y a una actitud critica exterior del individuo hacia el organismo (si la actitud no es de una admiración entusiasta, falta de critica). De todas maneras una relación fetichista. El individuo espera que el organismo actúe aunque él no lo haga y no reflexiona que por ser la suya una actitud muy común, el organismo es necesariamente inoperante. Por otro lado, hay que reconocer que estando muy difundida una concepción determinista y mecánica de la historia (que pertenece al sentido común y está ligada a la pasividad de las grandes masas populares), al observar cada individuo que no obstante su falta de intervención algunas cosas ocurren; termina pensando que por encima de los individuos existe una entidad fantasmagórica, la abstracción del organismo colectivo, una especie de divinidad autónoma, que no piensa con ninguna cabeza concreta, pero que, sin embargo, piensa, que no se mueve con determinadas piernas de hombres, pero que se mueve, etc.
Podría parecer que algunas ideologías, como la del idealismo actual (de Ugo Spirito), que identifican individuo y Estado, deberían reeducar las conciencias individuales; pero no me parece que esto ocurra en los hechos, ya que la identificación es meramente verbal y verbalista. Y lo mismo puede decirse de toda forma de "centralismo orgánico" fundado en el presupuesto --verdadero sólo en momentos excepcionales de enardecimiento de las pasiones populares-- de que la relación entre gobernantes y gobernados está dada por el hecho de que los gobernantes concretan los intereses de los gobernados y "deben" por lo tanto lograr su consenso. Vale decir, debe verificarse la identificación del individuo con el todo, estando el todo (cualquiera que fuese el organismo) representado por los dirigentes. Así como para la Iglesia católica un concepto tal no sólo es útil sino necesario e indispensable --toda forma de intervención desde abajo disgregaría a la Iglesia, como se observa en las Iglesias protestantes-- para otros organismos es cuestión vital el logro de un consenso no pasivo e indirecto, sino activo y directo; es decir, la participación de los individuos aunque esto provoque la apariencia de disgregación y de tumulto. Una conciencia colectiva y un organismo viviente se forman sólo después que la multiplicidad se ha unificado a través de la fricción de los individuos y no se puede afirmar que el "silencio" no sea multiplicidad. Una orquesta que ensaya cada instrumento por su cuenta, da la impresión de la más horrible cacofonía; estas pruebas, sin embargo, son la condición necesaria para que la orquesta actúe como un sólo instrumento".
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